Llega el fin de año y con él, el pico de ventas que has esperado.
Los contratos se cierran, los pedidos se despachan y las facturas se emiten.
En el papel, tu empresa es un éxito. Pero en la cuenta bancaria, la realidad es otra. Las facturas a 60 o 90 días no se convertirán en efectivo a tiempo para pagar aguinaldos, bonos, proveedores y los gastos que no esperan.
Esta es la paradoja de «morir de éxito»: una facturación alta pero una liquidez nula.
Es una crisis de flujo de caja que puede paralizar hasta al negocio más prometedor.
Afortunadamente, existen salvavidas financieros para evitar el naufragio.
Dos de los más comunes son el factoring y el crédito a término.
No son lo mismo y no sirven para las mismas situaciones. Uno es un sprint para obtener efectivo inmediato; el otro, una maratón de financiamiento más tradicional.
En esta guía, desglosaremos cada opción para que puedas elegir el camino correcto y asegurar que tu empresa no solo sobreviva, sino que prospere en la temporada más importante del año.
El nudo en la garganta: Una historia que conoces muy bien
Imagina a Carlos, dueño de una empresa de manufactura. Acaba de cerrar el contrato más grande del año con un cliente corporativo de primer nivel.
La euforia dura poco. Al revisar los términos, ve la cláusula de siempre: «pago a 90 días», aunque sabe que, como le pasa a muchas pymes, el promedio de espera puede extenderse hasta los 120 días, un plazo insostenible.
Mientras tanto, su calendario le grita: tiene que comprar materia prima para nuevos pedidos, pagar la nómina de fin de año y liquidar a sus proveedores, que no esperan 120 días.
Carlos siente ese nudo en la garganta que todo empresario conoce: la fricción entre el éxito de la venta y la angustia de no tener el efectivo para operar.
El dinero está ahí, en una factura, pero es inalcanzable. Esta espera forzada es un generador de estrés que pone en riesgo toda su operación.
El Factoring, es el arte de convertir tus facturas en dinero contante y sonante.
De forma sencilla, el factoring es el proceso de vender tus facturas por cobrar a una entidad financiera para recibir el dinero de forma casi inmediata.
En lugar de esperar 60 o 90 días a que tu cliente te pague, vendes ese derecho de cobro a un tercero, llamado «factor», a cambio de una comisión.
Es como si te adelantaran el pago de un cheque posfechado. No estás pidiendo un préstamo; estás vendiendo un activo que ya te pertenece (la factura).
En esta operación intervienen tres actores clave:
-Cedente: Tu empresa, que emitió la factura y la «cede» o vende.
-Factor: La entidad financiera (banco o empresa de factoring) que compra tu factura.
-Deudor: Tu cliente, quien ahora debe pagarle la factura directamente al factor en la fecha de vencimiento.
Convierte tus cuentas por cobrar en capital de trabajo de manera ágil y sencilla.
Realizas una venta a tu cliente y emites una factura con un plazo de pago determinado (por ejemplo, 60 días). Este es el activo que deseas convertir en efectivo.
Cedes legalmente esta factura a una empresa de factoring (el "factor"). Hoy en día, este proceso suele ser 100% digital, acelerando los trámites.
En cuestión de horas o pocos días, el factor te transfiere un alto porcentaje del valor total de la factura, usualmente entre el 90% y el 95%. Ya cuentas con la liquidez.
El factor se encarga de todo el proceso de cobranza. Contactará directamente a tu cliente cuando se acerque la fecha de vencimiento para gestionar y recibir el pago.
Una vez que tu cliente paga la totalidad de la factura al factor, este te entrega el porcentaje restante que había retenido (la "garantía"), descontando sus comisiones e intereses por el servicio.
Una herramienta poderosa, pero que debe usarse con pleno conocimiento de sus implicaciones.
El Crédito a Término, un camino más tradicional
Un crédito a término, o una línea de crédito para capital de trabajo, es la herramienta de financiación que la mayoría conoce: un préstamo bancario.
Pides una cantidad de dinero a una entidad financiera y te comprometes a devolverla en cuotas durante un plazo establecido, más los intereses correspondientes.
La diferencia fundamental es crucial:
-Un crédito es una deuda que tu empresa asume.
-El factoring es la venta de un activo (tu factura). No es una deuda, es simplemente adelantar un dinero que ya es tuyo.
Comprende el "ritual" de obtener un crédito tradicional para capital de trabajo.
Presentas una solicitud formal al banco. Este paso requiere documentación detallada sobre el estado financiero y la necesidad del capital.
El banco realiza un análisis exhaustivo del riesgo crediticio de tu empresa, evaluando tu historial, solvencia y capacidad de pago.
Si es aprobado, el banco puede exigir colaterales (garantías) como bienes o propiedades para asegurar el pago del préstamo.
Recibes el dinero en tu cuenta y, a partir de ese momento, comienzas a pagar el principal más los intereses según el plan de amortización acordado.
Compara las dos estrategias de financiación directa según las necesidades de tu PYME.
Usa estas preguntas para alinear la estrategia financiera con la realidad de tu negocio:
¿Qué tan urgente es mi necesidad de dinero? (Horas/días = Factoring. Semanas/meses = Crédito).
¿Cuál es la calidad crediticia de mis clientes? (Clientes AAA = Factoring ideal).
¿Cuánto puedo permitirme pagar por esta liquidez? (Alto costo vs. Bajo endeudamiento).
¿Cómo podría afectar esto la relación con mi cliente más valioso? (Factoring hace visible la transacción).
No existe una respuesta única. Ni el factoring ni el crédito son inherentemente «mejores». Son herramientas distintas para problemas distintos.
La verdadera solución a largo plazo es construir una operación con claridad financiera.
Cuando dominas tus números, dejas de apagar incendios y empiezas a construir un futuro sólido y autofinanciado.
Prepararte no es solo tener números al día, es entender tu realidad financiera y tomar decisiones con claridad.
En Marín Ríos Consultores, acompañamos a empresarios que quieren dejar de reaccionar y empezar a anticiparse.
Si este escenario te resulta familiar, podemos ayudarte a revisar tus procesos contables y financieros para que tengas control, calma y un camino claro para avanzar.
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¿Aún no tienes claro por dónde empezar?
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